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miércoles, 26 de diciembre de 2007

EL "PISHTACO"(1). UN CASO CRIMINALÍSTICO DE LA VIDA REAL

EL "PISHTACO"(1). UN CASO CRIMINALÍSTICO DE LA VIDA REALBERTA SANTA MARÍA CALDERÓN(2) - PERÚ (TRUJILLO)
Al considerar este caso, como una de mis experiencias en la conversión y rehabilitación del delincuente sólo pretendo insinuar la creación de un sistema de punición que use una pedagogía y metodología, tanto en el proceso penal, como en la ejecución de la condena.
En el proceso penal es básico el estudio integral del procesado no sólo en uno o dos peritajes psiquiátricos, sino bajo un estudio criminológico-clínico, que estudie al delincuente en el aspecto social, psicológico y biológico.
En el cumplimiento de la condena, el "método" jamás usado en la humanidad, desconocido porque desde que apareció el delito, había que castigar al autor, hacerle sufrir, humillarlo, con tres objetivos de lograr la readaptación o conversión del delincuente; que repara el daño que originó, en lo posible, y satisfacer con ello a la sociedad restableciendo su equilibrio amedrentando como prevención.
Pero en el transcurso de los siglos no ha dado resultados valederos esos métodos, pues la delincuencia se ha multiplicado y ha desarrollado y puesto en vigencia sus propios métodos que busca la impunidad...
Pretendo demostrar que si es posible para una mayoría de delincuentes su conversión, es factible su auto readaptación en un ambiente no de venganza sino de ayuda; no de desprecio sino de comprensión, no de humillación sino de respeto a su dignidad humana; sin odio sino con amor para que el hombre despierte, se levante y aflore en su conducta sentimientos que antes desconoció. Eso ha pasado con muchos delincuentes. El que voy a narrar es uno de ellos.
Síntesis del Caso:
En Tayabamba capital de la provincia de Pataz del departamento de La Libertad, en gran parte de la población hay escasez de sal con el adecuado porcentaje de yodo; con una población carente de recursos sufre signos al parecer de hipo o de hipertiroidismo.
En una provincia allá por la década del 1946 a 1956, Manuel Acevedo de 24 años, delgado, mirada huidiza, sin familia, huérfano de padres, pues no conoció a sus progenitores, vivía de los mendrugos que le alcanzaban los vecinos cuando les ayudaba en sus faenas. Cierta noche en un velorio escuchó que se comentaba, que en los ingenios de azúcar en Trujillo se lubricaban con grasa humana; por ello pagaban los dueños precios muy altos por cada kilo de grasa humana, inclusive la persona más acaudalada del pueblo, era farmacéutico que compraba ese producto... De inmediato el acusado recordó a un muchacho obeso de 18 años con bocio posiblemente con atrofia de la glándula tiroides, a quien le llamaba sobrino. Con este muchacho abúlico, a quien consideró apropiado para extraerle la grasa y venderla para "hacerse rico", ejecutó a la perfección su plan. El cadáver lo despostó como si fuera un cerdo, enterró la cabeza, manos y pies. Puso sobre un burro las lonjas de grasa y fue a venderlas al farmacéutico del lugar. Al darse cuenta, el farmacéutico, con astucia sin mostrarle su terror, le propuso ir a su domicilio a traerle el dinero; pero fue a traer a la policía. Manuel Acevedo relató con lujo los detalles su macabro delito.
Después de organizado el atestado con el resto del cadáver que desenterraron lo pusieron a disposición del Juez que ordenó su encarcelamiento y el seguimiento del proceso, que resultó fácil, porque el reo declaraba con sangre fría y como una cosa natural. Como abogada recién graduada fui llamada por el Tribunal Correccional de Trujillo para defender de Oficio a ese "monstruo".
Los Vocales como el Fiscal estuvieron de acuerdo con mi petición para un detenido peritaje médico porque ese hombre no podría ser normal, pese a que el expediente había dos reconocimientos médicos que manifestaban que era un sujeto normal. Fue remitido a Lima al sanatorio de enfermos mentales Víctor Larco Herrera, donde estuvo más de 5 años y le confeccionaron su historia clínica que se refería principalmente a su diario estado anímico así como apetito, sueño etc., etc.; pero sin diagnóstico de equilibrio mental.
Es de hacer notar que ni en la policía, cárcel y manicomio, sufrió maltratos o humillaciones; al contrario, todos querían conocer al "Pishtaco", le temían y querían conocer su mentalidad. Para hacerle hablar le llenaban regalos. En la cárcel de Trujillo recibió la visita del sindicato de maestros, disponiendo que por turno sus miembros le enseñaran a leer.
Las instituciones culturales, universitarias, prensa, acción católica, asistentes sociales etc. le llenaban regalos de toda especie como tónicos, vitaminas trato que también le dieron en el Sanatorio Psiquiátrico. Después de la larga estadía en el nosocomio fue trasladado a la penitenciaria, hasta que las autoridades resolvieran devolverlo a Trujillo para su juzgamiento.
Cuando retornó, solicitó mi presencia mediante una carta bien escrita y redactada, por lo que supuse que se lo habían escrito y redactado los empleados del penal.
Me sorprendí al verlo distinto; el pelo originalmente negro estaba totalmente blanco, su mirada ya no era huidiza sino franca, había ganado varios kilos de peso y al parecer hasta de talla; su color era saludable y cuando le interrogué quien había escrito la carta que solicitaba mi visita me respondió que ya sabía leer, escribir y llevar cuentas; se le notaba preocupado pero razonable. Le pregunté sobre el llavero que custodiaba en su cinturón y respondió que eran de la celda de reclusos y de la enfermería.
Después de informarle su condición jurídica y la proximidad de su juzgamiento, me pidió que la retrasara lo posible, porque la cárcel de Trujillo era un purgatorio justificable, pero que la penitenciaría de Lima era un infierno al que le tenía terror... Cuando terminó mi entrevista con el procesado, solicité conversar con el director del Penal para que me informe sobre la conducta de Manuel Acevedo y el motivo de manejar las llaves internas del Penal, con acceso a todos los compartimientos; me informó que este recluso era su brazo derecho en la disciplina de los internos; respetado, temido y querido por ellos. Que les había enseñado a trabajar en varias ocupaciones: carpintería, zapatería, tejido de canastas, etc. que les controlaba para evitar los abusos pero lo que más llamaba la atención es que con su propio peculio había comprado un pequeño refrigerador de pared, para guardar leche y algunos medicamentos de la enfermería. Cuando eran víctimas de hemotísis algunos enfermos tuberculosos, él les auxiliaba con leche helada manteniéndoles en sus brazos. Además tenía toda clase de yerbas medicinales puestas al servicio de los que se enfermaban. pedí entonces al Director le confeccionara un certificado de conducta especificando esos hechos, para presentarlo en la Audiencia Pública del Juzgamiento.
- En la audiencia pública señalada entró el acusado, contricto, con la mirada baja, se sentó en el banquillo cuando se le indicó.
Comenzada la audiencia ante un público exageradamente numeroso, el Director de debates le interrogó por sus cualidades personales y luego le pidió:
- Relate cómo y en que circunstancias asesinó a su sobrino.
- Contestó Manuel Acevedo : "Señores he declarado la verdad muchas veces, ante la Policía, ante el Juez Instructor, ante el tribunal anterior, antes que me remitieran a Lima, por ello, les suplico no martirizarme. Me siento enfermo al repetir esos hechos... que ya está en el expediente". El tribunal cambió miradas y después de consultar a la defensa y Fiscal se le admitió el pedido y se procedió a la lectura de piezas. Solicité se leyera el Certificado de conducta que sorprendió al auditorio su contenido, por lo que se le interrogó al acusado :
- ¿Ud. cobraba a los enfermos por el servicio y atención que les prestaba?
- No señores, porque soy deudor de un crimen ante la sociedad y ante Dios. Ante la sociedad pagaré mi delito con la pena que Uds. me apliquen y que la merezco. Pero ante Dios sólo pago sirviendo a mis semejantes....
El Fiscal acusó, pidió 25 años de internamiento. Me tocó defender y comencé justificando la pena solicitada por el Fiscal que actuaba en nombre de la sociedad.
- Pero, señores vocales, para graduarle la pena al convicto y confeso de un delito tan grave pido, se tenga en cuenta que este hombre no conoció a padres, fue huérfano también de afectos y de una sociedad que sólo lo explotaba, trabajaba para lograr sólo mísera comida, adolecía de hipertiroidismo glandular como lo han demostrado los hechos.
- Comencé a hacer notar de las diferencias de conducta antes de ser tratado como ser humano, alimentado como tal etc. etc.. y que el resultado de un método recién lo hizo encontrarse, afloró en su conciencia su verdadera personalidad.
- Ese certificado de una conducta está probando que ya la pena que el señor Fiscal ha solicitado no era necesaria, que el delincuente se ha convertido en un hombre de bien.
Se le impuso una condena de 15 años de penitenciaría, y como ya había estado detenido durante el proceso 10 años, fué puesto en libertad porque la ley concede ese beneficio al sentenciado que observa buena conducta.
NOTAS
(1) Denominación utilizada por los pobladores de la sierra del norte del Perú, para referirse a quienes asesinan con gran crueldad y extraen la grasa del cuerpo de sus víctimas.
(2) La doctora Santa María es una destacada penalista, con cincuenta años de trayectoria intachable en su ejercicio profesional. Una de las primeras abogadas trujillanas. Tuvo a su cargo notorios casos penales en La Libertad. Se ha desempeñado en muchas oportunidades como Juez Penal Suplente y Fiscal Suplente en lo Penal.
Su vocación de servicio al Derecho ha sido reconocida por diversas instituciones, habiendo representado al gremio de abogadas en diversos certámenes nacionales e internacionales.

1 comentario:

lerelia benito dijo...

yo creo que todas los seres humanos tenemos bondad y amor al projimo, pero como este caso se desconocieron estos sentimientos se actuaron de esta forma. todos podemos cambiar si nos enseñan